jueves, 8 de septiembre de 2011

Mongolia

Cuentan que los mongoles son uno de los pueblos más hospitalarios del mundo, en especial las familias nómadas. Esto es algo que hemos podido comprobar a lo largo de los dos días que hemos pasado en un ger, aparte de haberlo confirmado en cuanto atravesamos la frontera y tratamos con los policías del lugar, cuya amabilidad contrasta bastante con la de los funcionarios rusos.

Por otra parte, también es conocida su belicosidad y eso se nota en la manera que tienen de conducir. El tráfico en Ulan Bator es un verdadero caos, vale absolutamente todo y por supuesto el último en preferencia es el peatón. Cruzar la calle sin ser atropellado es cuestión de suerte. Como demostración de este caos al volante, el choque que tuvimos con otro coche de camino al parque nacional donde hemos pasado estos días.

Esto es lo que pasa por tomar la rotonda al revés para acortar

También belicosos y salvajes son sus caballos, que incluso estando domesticados siguen dando muestras de su fiereza peleándose entre ellos a base de coces y mordiscos.

A lo John Wayne

Como ya comentamos, estas dos noches las hemos pasado en el parque nacional de Terelj y no nos ha defraudado. Fuimos en un viaje organizado por nuestro albergue con otros tantos extranjeros: una chica canadiense que ya habíamos conocido en la isla de Olkhon, una pareja de coreanos, dos ingleses, una estadounidense y dos escoceses (que por cierto, Ramón, creemos que te están timando porque contaban que tenían 6 semanas de vacaciones al año, como si fuera lo más normal del mundo). A pesar del golpe con la furgoneta conseguimos llegar sanos y salvos a un pequeño campamento compuesto por tres gers y una construcción ligeramente mayor donde vivía la familia que nos acogió, que a su vez estaba formada por un hombre de cuarenta años y su hijo de unos doce años. A pesar de su corta edad domaba los caballos de una manera espectacular.


El niño domador de caballos y su padre al fondo curando a otro de un mordisco.

Estos días nos hemos dedicado a descansar de tanto viaje y entreteníamos el tiempo paseando, montando a caballo guiados por Ganaa, el niño mongol (no sé cómo se escribirá el nombre pero la “a” desde luego era muy larga) y cortando leña para la estufa, porque el tiempo a pesar de lo que pone en la web, ha sido frío, pero que muy frío. De hecho, el miércoles estuvo cayendo una ligera nevada todo el día. Sospechamos que la previsión del tiempo que aparece en nuestro blog la hacen desde Pekín o Benidorm, porque estos días no nos hemos quitado el abrigo.

Nuestro anfitrión comentando la jugada con un vecino

Animalillos que encontramos en nuestros paseos a caballo

 Abajo el campamento
Con  la estufa y la chimenea a pleno rendimiento

Vista del interior de nuestro ger, que incluso tenía camas de verdad

 Desde la puerta pintada

Caravana de caballos por los alrededores

 Vigilante, en la estepa

¿Os recuerda a una tortuga? Se supone que en el parque hay unas rocas con esa forma, pero no tenemos claro que fueran éstas

Hoy, tras regresar de la excursión, hemos estado paseando por Ulán Bator y hemos comprobado el auge inmobiliario que existe. Mires donde mires están edificando. La gente por lo general es bastante amable, aunque casi ninguno habla inglés, tienen interés en aprenderlo, ya que se ven anuncios de academias de inglés por todas partes. También nos ha llamado la atención la elegancia de los trabajadores de oficina y de otros empleos de atención al público. También la población más joven se nota muy interesada en su vestimenta y van todos a la última moda. 

Construcción en auge en UB enfrente de varios ger

Y, mientras ellos acaban de aprender inglés y debido a la imposibilidad de entender ni media palabra de mongol, hoy hemos comido y cenado en restaurantes que sólo tenían la carta en ese idioma y hemos tenido que pedir los platos señalando al azar, basándonos únicamente en el precio y en nuestra intuición para calcular el tamaño y la consistencia de los mismos. No se nos ha dado del todo mal, aunque no tenemos demasiado claro el tipo de carne que hemos cenado. 

 Especie de piñones que los mongoles comen sin parar por la calle, como si fueran pipas (mañana las probamos)
Mañana cogemos el que será seguramente el último tren de este viaje, a Zamyn-Üüd, en la frontera con China. Ya os lo contaremos desde Pekín.

3 comentarios:

  1. Lucas, parece que por una vez en la vida no estás muy equivocado. Esta mañana mismo nos ofrecieron compartir una furgoneta para ir a un sitio de esos que contabas de disparar todo tipo de armas, entre ellas los AK-47. Aunque esta vez no va a poder ser, ya que cogemos el tren dentro de dos horas.

    Al final descubrimos que lo que comen todo el rato son piñones, pero con la cáscara más blanda que los que hay en España.

    Gracias a todos por vuestros comentarios y participación. Como no podía ser de otra manera, anunciamos que el ganador del último concurso fue Premio Nobel.

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  2. Con el encontronazo de la furgoneta los papeles del seguro estarian al día ¿verdad?. El paisaje de Mongolia de estos dias a mí me recuerda al del Puerto de Pinos, pero en lugar de vacas ahí se encuentran ¿ bisontes asiáticos?.En relación a las rocas, yo menos tortugas veo cualquier cosa...insisto, "cualquier cosa".En Pekín cambiaremos totalmente de ambiente....Besos.

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  3. Quien come tortugas de asno?

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