lunes, 12 de septiembre de 2011

Y al final, China

Parece ser que al gobierno chino no le gusta mucho esto de los blogs y las redes sociales y por lo tanto no contentos con tener la gran muralla, han decidido crear un gran firewall chino y capar varios sitios de internet, entre ellos uno de google: blogspot, que es con donde nosotros publicábamos este blog. De momento únicamente hemos averiguado la manera de subir texto, así que a partir de ahora nos esmeraremos más en nuestra narración y vosotros tendréis que ponerle algo de imaginación.

En la última entrada os contamos nuestras vivencias mongolas y os dejamos en un tren rumbo a Zamyn Üüd, frontera sur entre Mongolia y China. El tren iba lleno de gente local (los mochileros que encontramos en Ulan Bator esperaban al domingo porque había un tren directo a Pekín). Esta vez tuvimos que viajar en kupe (segunda clase, compartimentos cerrados de cuatro personas). Hubiéramos preferido viajar como hasta el momento en plaskart no por el precio (ya que la diferencia fueron unos cinco o seis euros) sino por el ambiente más abierto de esta clase. De todas formas así probamos también los viajes en segunda clase y nuestros compañeros de viaje, un hombre mayor con cara de indio y una mujer de mediana edad, que estuvo hablando con Viky en ruso y nos contó que iba a China a comprar mercancía para venderla posteriormente en Rusia, fueron muy agradables.

 En el compartimento con nuestros compañeros mongoles

Ya notamos el nerviosismo y casi salvajismo de los mongoles en el tren. A diferencia de los trenes rusos, en este tren los pasillos estaban llenísimos de gente yendo de un lado a otro y en algunos compartimentos se juntaban ocho o más personas para echar timbas con bastante alboroto.

 Larguísimo tren (más de quince vagones) que nos llevaría hasta la frontera a través de la estepa de Mongolia y el desierto del Gobi.

Al despertar, pudimos contemplar el amanecer en el desierto del Gobi e incluso vimos manadas de camellos campando a su libre albedrío. Desayunamos y casi nos pilló por sorpresa la llegada del tren. Antes de darnos cuenta la gente estaba corriendo y atravesando las vías del tren hacia la plaza de Zamyn Uud, donde un montón de jeeps muy cascados estaban esperando a la gente del tren para pasar la frontera. El problema que tiene esta frontera, donde ambos pueblos, el mongol y el chino están prácticamente pegados (no habrá más de un par de kilómetros entre uno y otro) es que no se puede atravesar a pie, así que nosotros también tuvimos que recurrir a uno de estos jeeps. El precio establecido son 100 Yuan (moneda china). Nosotros únicamente teníamos un par de euros en moneda mongola (que tuvimos que entregar en la frontera por no sé qué tasa y aunque no llegamos a los dos mil tugriks que nos pedían nos dejaron pasar), unos cuantos dólares y euros. Negociamos el precio en dólares y aunque le ofrecíamos menos que en moneda china, el hombre estaba nervioso por salir y aceptó diez dólares por trayecto, que al cambio son unos sesenta y tantos yuans. Una vez subidos en el jeep comenzó la lucha, y digo bien, porque eso no era una carrera por ver quién llegaba antes, lo que allí vivimos fue un espectáculo de peleas entre coches. Golpes, golpes y más golpes. Todos los coches intentando y muchas veces consiguiendo colarse. Parachoques por los suelos y muchos golpes. Los policía fronterizos mongoles acosados por los conductores que les arrancaban de las manos de manera bastante violenta los formularios a rellenar para salir del país. Nuestro conductor, de los más nerviosos, consiguió finalmente un buen puesto en la cola y nos situamos bastante cerca de la barrera fronteriza. Aún y así todavía llegaban coches por el campo para intentar colarse y ahí comenzaba la siguiente rutina. Los coches paraban los motores y salían a estirar las piernas cuando preveían que iban a estar un rato parados, pero en el momento en que se oía un coche arrancar, todos corrían rápidamente de vuelta para arrancar el coche y pegarse al de delante para evitar que se colara nadie. El poner en marcha el coche tampoco era tarea fácil, ya que unido al giro de la llave de arranque tenían que juntar un par de cables que llevaban sueltos para arrancar, una vez hecho esto se arrimaban de manera brusca hasta darle un buen golpe al de delante, siempre que no hubiera uno que hubiera conseguido poner el morro y entonces empezaba una lucha, morro contra morro cual ciervos en celo. Lo dicho muchos golpes y parachoques por los suelos. En algunos momentos nos dio por pensar si la frontera entre Estados Unidos y México sería igual.

Fila de coches sin ni siquiera medio centímetro de separación entre ellos. El que se ve fuera de la fila seguro que estaba esperando para colarse. (Si agrandáis la imagen se aprecia otro coche al lado de la farola intentándolo arduamente)

Llegó el momento en que el conductor hablando con los otros se enteró que los dólares que le habíamos dado no equivalían a los 100 Yuan, así que le explicamos como pudimos que al cruzar la frontera, sacaríamos dinero y le daríamos el dinero en moneda china. Entretanto las carreras continuaban y eso que la frontera estaba cerrada por no sabemos qué motivo. En una de esas y debido a la brusquedad con que trataba las marchas, la caja de cambios dijo basta. Pero también estaba previsto, nuestro conductor sacó una cuerda y la enganchó al coche de delante. Así nos movimos un rato, aunque no fuimos los únicos, ya que vimos varios coches más arrastrados por otros. Al final cambiamos de coche, en uno sin más asiento que una barra de hierro y conseguimos llegar al puesto fronterizo, donde para nuestra sorpresa, a una chica mongola que compartía jeep con nosotros, le quitaron el pasaporte y le dijeron que no pasaba. Vamos que la tiraron en la frontera. Suponemos que esto se debe a que están todo el día cruzando la frontera para trapichear con artículos chinos y la policía los tiene fichados.

La frontera china estaba mejor organizada y el jeep en el que íbamos también se coló, las luchas nos eran tan encarnizadas. En la frontera china también tuvimos que pagar no sé qué tasa. En este caso nos aceptaron dólares. De tres que todavía conservábamos nos quedamos con uno y sin saber cómo saldaríamos la deuda que teníamos con nuestro otro conductor. Finalmente una vez cruzada la frontera, nuestro nuevo conductor se despidió de nosotros amablemente sin pedirnos mayores cuentas y el último dólar que nos quedaba lo empleamos en un taxi que, aunque nos pedía más dinero, al final nos condujo hasta la estación de autobuses. Allí compramos un billete en un autobús cama (autobús con literas llenas de chinos) que salía a las cuatro y media de la tarde y llegaba a las tres de la mañana a Pekín. En la estación conocimos a un chico estadounidense (esto de China está plagado de yankis) que había ido hasta la frontera para salir del país y volver a entrar y así renovar su visado. Este chico vivía cerca de donde se encontraba un albergue que habíamos visto por internet, así que al llegar a Pekín compartimos un taxi con él sin ser timados en exceso, ya que estos chinos aprovechan cualquier oportunidad para cobrarte muchísimo más (no sé de donde vendrá la expresión de “engañarte como a un chino”).

Autobús cama.

Ese fue nuestro último trayecto de este viaje. Ahora estos días, hasta el sábado, aprovecharemos para visitar la ciudad, dar un paseo por la muralla e intentar hacer algunas compras, ya que tenemos encargos para parar un tren.

A lo largo de estos últimos días intentaremos seguir contando cómo vemos Pekín y sus gentes, y si no lo conseguimos publicaremos la última entrada la próxima semana, ya de vuelta.

Nota: las fotos las hemos añadido posteriormente. 

4 comentarios:

  1. El paso de la frontera parece sacado de una película de Almodóvar: menudo desmadre, si me pasa a mi seguro que me quedo con el volante en las manos: "!a mi no se me cuela nadie"!.
    sobre los chinos me pregunto ¿son iguales todos los restaurantes chinos?.....¿Hay gatos por las calles?....turú, turú....El arroz y las verduritas no son una mala opción. Aparte de estas cosillas, disfrutad del viaje y pensad que, cuando volváis,os estaremos esperando con un buen chuletón de ternera culona asturiana.

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  2. Dáis grima! Que envidia. Ni sana ni ostias. Envidia pura y cochina. Esto sí que son una vacaciones y el resto son chorradas.
    Que dura será la vuelta, jeje...
    Disfrutad de China, tomad notas de las verdaderas recetas chinas y así cuando regreséis a la miserable vida peninsular siempre podréis montar un restaurante chino de verdad.

    Un abrazo!

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  3. UFFFF!!!!!!...Eso en lugar del Este parece el Far West..! Mira que llegar con un dolar a la frontera China!..¿ Cómo vais de cansancio?...Yo a la vuelta ya estaría pensando en pasar un par de dias metidos en un spa.Por cierto, Bette, yo también me apunto al chuletón...Besos.

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  4. De mayor quiero ser como vosotros :)

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