lunes, 5 de septiembre de 2011

Transmongolianos


La última entrada la publicamos desde Irkutsk (misión casi imposible encontrar internet allí, pero nos debemos a nuestros seguidores y echándole cara nos colamos en un hostel desde donde pudimos actualizar).
Irkutsk es una ciudad con mucho más turismo y más mochileros que el resto de ciudades siberianas, ya que es un cruce de caminos. Desde allí puedes hacer la ruta transiberiana hasta Vladivostok, o por el contrario, como nosotros, viajar hacia Mongolia. Mucha gente se dirige hasta aquí directamente desde Moscú, en un viaje en tren sin paradas que dura cuatro días.

Esta ciudad siberiana cuenta con medio millón de habitantes y la llaman la París de Siberia. La verdad que la comparación quizás le viene un poco grande, pero con todo tiene cierto encanto y cierto estilo austrohúngaro, proveniente de su reconstrucción sobre mil ochocientos ochenta debido a un incendio que devastó la mayor parte de la ciudad. La visitamos un sábado y estaba en fiestas, así que las calles del centro tenían un ambiente muy animado, con banderas de colores colgando entre los edificios, y música a todo volumen, y, por supuesto, muchas bodas, ya que como en todas las ciudades rusas que hemos visitado, puedes encontrar a una pareja casándose cualquier día de la semana, y siempre con limusina y foto a juego.

 
Las casas de madera de Irkutsk son tan o más bonitas que las de Tomsk.

La París de Siberia
Da svidania, Rusia

Por la noche, a las 22:15h hora local (17:15 en Moscú), cogimos el tren hacia el último pueblo ruso antes de la frontera, Naushki, como siempre en platstkartni. Nos sorprendió la poca gente que viajaba y sobre todo que a medida que paraba iba quedando cada vez menos gente en el vagón. A la mañana siguiente, en la penúltima parada sólo quedamos nosotros dos, un pasajero y los provodniks en el vagón.

 Al bajarnos en el pueblo fronterizo, nuestra misión era ir a comprar un billete para cruzar la frontera, que nos vendieron sin problemas, ya que desenganchaban todos los vagones del tren, entre ellos el nuestro, excepto dos de segunda clase (kupe) que eran los que cruzaban el tramo hasta la primera estación de Mongolia. Para realizar estos cambios y colocar una nueva locomotora, el tren para en Naushki unas 5 horas, tiempo en el que comprobamos que de los dos primeros vagones bajaban hordas de turistas europeos de todas las edades. Los vagones eran diferentes de los nuestros; en vez de ir únicamente adornados con las siglas de los trenes rusos rzd, estaban pintados con bonitos colores y letras chinas de carácter aventurero. Los turistas, al bajar del tren, parecían despistados buscando a los guías para ver que debían hacer.
Esperando a que desmontaran y volvieran a montar el tren en la frontera

En ese rato, el vagón en el que habíamos viajado y el resto de vagones rusos fueron desenganchados y a la locomotora le dejaron únicamente los dos vagones de turistas. Al subir al tren compartimos compartimento con unos chicos polacos, que eran los únicos que habían viajado como nosotros y según nos contaron todavía no habían dormido bajo techo desde que salieron (siempre en tienda por varias zonas del lago Baikal). La verdad que los compartimentos de estos vagones tienen todo tipo de comodidades, incluso televisión, pero en ellos no se oye hablar ni una sola palabra de ruso, salvo la provodnitsa, que tuvo un trato muy desagradable con nosotros y los polacos por “colarnos” en su tren. Una vez cruzada la frontera, el tren realizó un trayecto de alrededor de una hora, en el cual vimos ejemplos del vasto paisaje de Mongolia y de algunos “gers” dispersos en los valles, hasta que llegamos al pueblo fronterizo de Mongolia, Shükhbatar. Aquí volvieron a pedirnos los pasaportes y nos tuvieron varias horas en el tren sin poder salir. Una vez la policía mongola nos devolvió los pasaportes, por fin pudimos bajar los cinco (nosotros dos y los polacos que eran tres). Nada más poner pie en tierra la provodnitsa cerró el vagón de un portazo por si no nos había quedado claro que no éramos bienvenidos.
Compartimento en el que cruzamos la frontera

Shükhbatar nos recibió anocheciendo y con mucho ambiente en la estación. Lo primero que nos ofrecieron fue cambio de moneda. Nosotros no teníamos ni idea cuanto valía la moneda mongola, tugrik, aunque tampoco nos molestamos en cambiar en ese momento. Buscamos las taquillas. La gente fue muy amable indicándonos, preguntamos el precio y horario para ir a Ulan Bator y una vez lo supimos, salimos a la calle a cambiar los pocos rublos que nos quedaban en el bolsillo y que fueron más que suficientes para comprar el billete en platskartni (unos siete euros cada billete por toda la noche de trayecto en cama). Volvimos a esperar a que unieran vagones a la locomotora. A los dos que habían cruzado la frontera unieron los vagones mongoles que serían en los que viajaríamos a partir de aquel momento.

 
Primeras estampas de Mongolia

Los vagones platskatrni mongoles no varían mucho de los rusos. En este caso volvimos a tener las literas de arriba en un vagón de cuatro, aunque nuestros acompañantes mongoles, una chica jovencita muy amable y una madre con un bebé que no lloró en toda la noche, a pesar de que nos miraba con cara de miedo, quizás porque éramos los únicos del vagón que  no teníamos los ojos rasgados.

En resumen, con el mismo tren, viajamos en tren vagones diferentes: uno de Irkutsk a la frontera, otro de frontera a frontera y el último hasta Ulán Bator, y así nos ahorramos nuestro dinero a parte de vivir el cambio de países de un modo cuando menos curioso. Hay otras formas de cruzar la frontera, y algunos recomiendan viajar de Irkutsk a Ulan-Ude (ciudad rusa a 6 horas en tren de Irkutsk) y allí tomar un autobús hasta Ulán Bator, que tarda menos en pasar la frontera.

Esta mañana hemos llegado a la capital mongola y había personal de los hostels en la estación para trasladarte a sus albergues. Hemos aprovechado uno al que habíamos enviado un mail y aunque no llevaba nuestros nombres apuntados en su lista de huéspedes, no nos ha puesto ningún problema en traernos.
  
Plaza central de Ulán Bator, premio a quien nos diga el nombre de la misma (pista: el nombre sale en esta entrada)

Mongolia es un país difícil de visitar de forma autónoma ya que apenas tiene carreteras ni infraestructuras, por lo que si no vas acompañado de alguien local se hace complicado adentrarse en su vasto territorio. Así que por la mañana salimos en busca de agencias a ver qué nos ofrecían. Aunque pensábamos que se nos iban a rifar, parece que este país es un destino muy de moda (paseando por el centro de Ulán Bator se ve muchísimo turismo, sobre todo estadounidense y francés) y las agencias tampoco estaban muy interesadas en negociar precios, así que finalmente decidimos mirar los tours que tiene el hostel, que parece que son los que mejor precio tienen. Pensamos en uno de cuatro días que abarcaba bastante territorio de Mongolia central, aunque nos agobió un poco el pensar en la de horas y horas en todo terreno (ya suficiente viaje llevamos encima), el depender siempre del chofer y el guía y el parar en puntos a modo de check point. Además en cuatro días y con tantas prisas es imposible asimilar toda la esencia de un país tan extenso y con tantos contrastes de paisajes. Así que finalmente optamos por la opción más cómoda, que es la de ir a un parque natural que queda cerca de Ulán Bator (Terelj) pero que tiene unos paisajes impresionantes, y pasar allí una o dos noches tranquilamente. 

Por lo que hemos podido ver y por lo que nos han contado, Mongolia tiene paisajes de mucho contraste y kilómetros y kilómetros de estepa y desierto con lugares espectaculares para acampar libremente, o convivir con familias de nómadas. Y viajeros que realizan expediciones de varias semanas a lo largo del país, en jeep, furgoneta, bici o a caballo: Kharakhorum, desierto de Gobi, parques naturales con caballos salvajes…Pero para eso se necesita tiempo. Y nosotros todavía tenemos que llegar a Pekín, así que tendremos que volver en el futuro.

Ya os contaremos qué tal nos va estos días por aquí.

4 comentarios:

  1. Supongo que vuestra estancia por esas tierras incluirá localizar a Gengis Kan y retarle (en TAU) a partidas infinitas del Age of Empires.

    Respecto a la pregunta incrustada en vuestra entrada, la respuesta está clara:

    Plaza MonGOL de Señor.

    P.D.: Este comentario ha sido creado por el productor de la previamente oscarizada "La mano que mece la Kuna".

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  2. ! Hola chicos! un abrazo desde Oviedo.! Qué viaje!Es impresionante cómo nos lo estáis contando, parece oirse de fondo el chucuchú del tren y se palpa la humanidad en esos vagones de las provodnikas atentas a que no os falte de nada.

    Muy bonitas las fotos, no me disgustaría nada acercarme a conocer la isla de Olkhon aunque estamos pensando muy seriamente que el próximo año las vacaciones las vamos a pasar con una de esas familias nómadas de la zona desértica de Mongolia.Si llegamos a algún acuerdo os lo digo y nos vais mirando algo.


    Me encanta saber que andáis promocionando el chorizu de Urbiés, por aqui estamos saboreando ya esos fideos a lo Samovar que nos vais a preparar a la vuelta.


    Por cierto..eso del frío de Siberia debe ser un tópico más, el otro día en El Angliru apenas se llegaba a los 10 grados...


    Disfrutad de este maravilloso viaje y seguid manteniéndonos informados.Un besin.

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  3. Según me comento el amigo que se ha hecho el Mongol Rally, en Ulan Bator les dejarón disparar en un campamento del ejecito con un AK47 y otras armas por un módico precio(por bala), y por un "poco" más te comprabas una baca y la podías reventar con un bazuca, todo muy educativo. Así que ya sabeís si veis a alguno de rally acoplaros a él. :-0

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